miércoles, 15 de julio de 2009

CRÍMENES IMPERCEPTIBLES Guillermo Martínez

Es la tercera novela publicada por este autor, escrita a primera vista a la manera de un policial inglés. El narrador-protagonista es un estudiante argentino, becado en Oxford que con su lógica, su inteligencia y su pensamiento matemático debe resolver el enigma de los aparentemente asesinatos seriales.
Es indudable la relación que hay entre esta historia y los relatos que publicaban Borges y Bioy Casares en una colección llamada Séptimo Círculo. En la novela se plantean distintos enigmas que se interrelacionan cuya solución no está en lo que se desconoce sino en lo que se ve, el problema es que hay que saber “mirar”. En una de las escenas aparece un prestidigitador de trucos de cartas René Lavand que condensa esta idea de la novela “Quiero que lo vean todo”. (Este personaje existe en la realidad y perdió su mano en un accidente) Digo que condensa la idea, porque la solución está a la vista y no en lo que se esconde. Esta misma idea la plantea Poe en “La carta robada”. El hombre debe saber, entonces, mirar y en esto el autor relaciona el policial con la matemática, la resolución en ambos es posterior a los hechos y está en lo que se muestra, “Publiqué hace un tiempo un libro sobre series lógicas y tuve la mala idea de incluir un capítulo sobre crímenes en serie” dice Seldom
Los personajes importantes son:
Arthur Seldom que era “uno de los raros casos de summa matemática”
La víctima que inicia la serie pitagórica, una anciana que juega al Scrabble, que ayudó, en otra época, a resolver los códigos encriptados de los nazis y proporciona alojamiento al protagonista.
Su nieta Beth, cellista, que odia la música y la situación que le toca vivir “A veces daría todo por escapar de aquí”.
Lorna, una enfermera que ayuda al protagonista y juega tenis.
El padre de una nena que se está muriendo y lee a los pitagóricos.
Están planteados todos los elementos “imperceptibles”, la resolución está a la vista.

martes, 14 de julio de 2009

Soy leyenda - Richard Matheson

Esta novela de 1954 es clasificada como novela de ciencia ficción, aunque ciertos elementos la acercan, a veces, al relato fantástico o al de terror. El protagonista investiga todo lo que desconoce y lo inquieta en la biblioteca, “ese gigantesco edificio de piedra gris que albergara la literatura de un mundo muerto”, y permanentemente busca dar explicaciones lógicas y racionales a los hechos que ocurren, es más, aparecen mezclados, con la narración de la novela, fragmentos del discurso científico, lo que nos permite encasillarla, sin lugar a dudas, dentro del género de la ciencia ficción. “¿Y cómo luchar contra algo inverosímil?” (Capítulo 3) “Todo, empezando con la guerra bacteriológica” (Capítulo 6) “Destilado del Allium estivum, un género de liliáceas que comprende el ajo, el puerro, la cebolla, el cebollino” (Capítulo 7)

A Robert Neville, aunque se ve separado de los demás congéneres, algo lo impulsa a no darse por vencido, a sobrevivir a pesar de todo, a continuar la lucha por la supervivencia, tal vez algo que es propio de todo ser humano: una energía interior que lo incentiva a seguir adelante “El último hombre del mundo estaba irremediablemente encerrado en sus ilusiones” (Capítulo 10),

“Gérmenes. Bacterias. Virus. Vampiros.

¿Por qué me opongo?, pensó. ¡Es sólo una terquedad reaccionaria, o comprendo que la terquedad excede mis límites?” (Capítulo 10)

El tiempo de la novela se quiebra con los recuerdos del pasado y de los momentos con Virginia. (“Retrospección o analepsis” se llama cuando en el relato se narran acciones anteriores en el tiempo y “prospección o prolepsis” se llama cuando se anticipa el relato de hechos futuros).

La visión que plantea la novela tal vez, para algunos, es apocalíptica; yo creo que es una muy importante advertencia, los seres humanos tenemos la capacidad de discernir y de elegir lo mejor o lo peor para nosotros mismos, sólo de nosotros depende.

“-Y dicen que ganamos la guerra- dijo

-Nadie la ganó.

-Los mosquitos la ganaron” (Capítulo 6)

miércoles, 22 de abril de 2009

EL CONQUISTADOR. Federico Andahazi

Esta obra nos plantea una nueva visión del mundo conocido en la época del Renacimiento. Un joven, Quetza, sabe interpretar las profecías, y emprende un viaje que lo llevará al Nuevo Mundo, para él, Europa. Conoce allí la barbarie, la miseria humana, la corrupción, la codicia: “Quetza escribió: ‘La corrupción de estos gobernantes ha de ser nuestra aliada a la hora de entrar con nuestros ejércitos. Poco les importa el bien de sus pueblos o el honor de sus nombres; hay aquí una palabra que impera sobre cualquier otra: oro.”
Esta visión del anticipado descubridor de Europa plantea una oposición que no se ha podido resolver: Nuevo Mundo – Viejo Mundo o Viejo Mundo – Nuevo Mundo. ¿Dónde es peor la falta de respeto por el ser humano? ¿Cuál de los dos pueblos es más cruel y salvaje: el que realiza sacrificios humanos o el que quema personas en asfixiantes hogueras? ¿Qué diferencia hay entre dos pueblos que justifican sus guerras en nombre de de la religión, pero que, en realidad, se disputan territorios y poder?

Este breve diccionario puede ayudar a comprender el vocabulario de la novela:
(Diccionario náhuatl AULEX)
• Alotl: papagayo, perico.
• Amatl: papel, papiro, documento, amate.
• Cacayactli: nogal.
• Calmécac: colegio. Es la escuela para los hijos de la nobleza. Se preparan para ser gobernantes, guerreros con jerarquía, sacerdotes, senadores, maestros, jueces. A determinada edad entran a vivir a este colegio donde son entrenados hasta para soportar el dolor. Estudian: astronomía, historia, otras ciencias, filosofía, religión, música, economía, gobierno, disciplina y valores morales. Hacen autosacrificios, ayunos; usan ropas ligeras para acostumbrarse a soportar el frío; pasan noches sin dormir, Son muy castigados los que fracasan y rechazados socialmente. La intención de este colegio es formar un carácter duro y fuerte.
• Calpulli: representa la unidad social compleja de la civilización azteca, se lo traduce como “casa grande”.
• Coyotl: coyote.
• Huehuetlatolli: palabra antigua, legado cultural de los mayores. Los Huehuetlatollis se los conoce como los Libros de Consejos..
• Miccacocone: niños muertos.
• Octli: vino.
• Ozomatli: mono, día del calendario azteca.
• Pipiltin: nobles.
• Pitzahuayacatl: nariz chata
• Telpochcalli: universidad, escuela profesional, colegio.
• Tenancalin: tucán.
• Teocalli: templo, iglesia.
• Tlacomiztli: gato montés.
• Tlacuicuilo: escultor.
• Tlahtoamatl: códice.
• Tlatoani: gobernante, rey, político, monarca, dirigente. Se traduce como “quien habla” Es el máximo gobernante con funciones militares y religiosas.
• Tohtli: halcón.

domingo, 22 de marzo de 2009

El teatro griego

En sus comienzos el teatro se asoció con la magia como medio para dominar los peligros de la naturaleza. Más tarde se relacionó con los ciclos de esta última y perdió su carácter mágico para asociarse con los mitos.

Surgió entonces, en Grecia, en el siglo VI a.C., un rito en las fiestas dedicadas a Dionysos, el dios del vino, la fertilidad y el éxtasis en el que se recordaba la muerte del dios, su resurrección y su glorificación (con vinos y festividades), a imagen de las estaciones. Las fiestas tenían lugar en febrero y marzo como preparación para la primavera. Los coreutas (aproximadamente cincuenta hombres que integraban el coro del teatro griego) utilizaban máscaras de sátiros y machos cabríos y bailaban y se lamentaban en los ditirambos.

Estas representaciones derivaron en la tragedia, en la que un integrante se separó del coro y recitó la parte de algún personaje (utilizaba una máscara de tela enyesada y pelo de crin). La tragedia era el canto del macho cabrío, ya fuera como animal que iba a ser sacrificado o como representante de Dionysos.

Por estas fiestas religiosas se celebraban dos certámenes anuales: las fiestas Leneas y las grandes Dionisíacas. Al terminar las mismas se coronaba con hiedra (lo que se consideraba un alto honor) a los premiados: un poeta, un protagonista y un corega. El primer concurso de tragedias fue ganado por Tespis en el 535 a.C.

Al teatro griego, en el Siglo de Pericles, asistían todos: desde los atenienses hasta los extranjeros, desde las mujeres hasta los esclavos, no importaba ninguna diferencia socioeconómica; el Estado pagaba las entradas de aquellos que no pudieran abonarlas.

La tragedia se caracterizaba por:

  • pathos” o pasión, el padecimiento del héroe.
  • hybris” o desmesura, la soberbia del hombre que provocaba al destino o moira.
  • hamartía” o el error trágico que producía la caída o catástrofe del héroe.

La tragedia siempre mostraba, entonces, el castigo a las culpas humanas, El hombre pecaba por soberbia en contra del destino, a veces por sus propias pasiones, a veces por influencias divinas. Este pecado debía ser castigado y provocaba en el espectador respeto y temor a lo divino. La peripecia era el cambio de suerte de fortuna del héroe trágico, que debía ser castigado. Por lo tanto, la tragedia, que siempre imitaba acciones de héroes, se relacionaba con la épica y los protagonistas servían de ejemplo, de enseñanza. La anagnórisis era el momento del reconocimiento de los errores cometidos, el héroe asumía su responsabilidad. Los integrantes del público se conmovían, sentían compasión al identificarse con el héroe a través de la obra y se producía la catarsis o purificación de las pasiones (que era otro componente de la tragedia).

Las partes de la tragedia griega, siempre escritas en verso, eran:

  • Prólogo: se presentaban los antecedentes de la acción.
  • Párodo: primera entrada del coro, era solemne.
  • Episodios: partes de la acción dramática, el agón era el más destacado (diálogo entre los personajes más importantes).
  • Estásimos: pasajes en los que el coro cantaba y comentaba, dividían los episodios.
  • Éxodo: episodio final con una moraleja.

El coro era fundamental, estaba integrado por bailarines, cantantes y recitadores que intervenían en forma colectiva acompañados de la música de flautas. El coro comentaba, criticaba, influía en el espectador, tomaba el punto de vista del autor o el pueblo. Estaba integrado por quince coreutas en la tragedia y veinticuatro, en la comedia. A los actores se los nombraba hipocritai (hipócritas), aquellos que fingen o que aparentan lo que no son. Los personajes de la tragedia siempre pertenecían a la nobleza.

Los teatros griegos se ubicaban, por lo general, en una colina, al aire libre, con gradas formando un semicírculo, auditorio, donde se ubicaba el público. En el auditorio se encontraba el theatron, cuyo asiento central estaba destinado al sacerdote de Dionisio. Estas gradas primero de madera y, luego, de piedra, rodeaban la orchestra (lugar para el coro, a espaldas del público) enfrente del altar de Dionysos. El proscenio era el lugar de la representación teatral propiamente dicha. La skené, escena, era el lugar por donde salían los actores. La escenografía era un frente de palacio o un templo, con tres o cinco puertas; también se empleaban elementos mecánicos: una grúa que traía a las deidades (este recurso se llamaba deus ex machina); máquinas para producir ruidos y sonidos (relámpagos, truenos, etc.) y el enquiclema (una plataforma rodante que mostraba lo ocurrido fuera de escena). El vestuario se integraba con la máscara, un ropaje especial y altas plataformas o coturnos.

Los coregas (ciudadanos ricos) pagaban las funciones y elegían a los autores, estos últimos a los actores. Primero, se separó un protagonista; Esquilo agregó el deuteragonista y Sófocles, el triagonista (tercer actor).

Los principales autores de la tragedia griega fueron: Esquilo (siglo VI a.C.), Sófocles (siglo V a.C.) y Eurípides (fines del siglo V a.C.).